Señoras

Conviértete en un buen conversador

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Es decir, cada quien piensa de cierta manera y nos resulta muy difícil aceptar que haya quienes piensan o se sienten de forma distinta, porque nos gusta sentir que solo nosotros tenemos la razón. Ahí, las discusiones suelen tener altos grados de intolerancia, poca empatía y casi nula capacidad de escucha. Sin embargo, en la vida real existen algunas maneras de convertirse en un buen conversador que se alejan por completo de estos comportamientos que hemos visto ser tendencia en nuestros días. Evita el multitask Cuando tengas una conversación, evita el multitask. Es decir, evita estar pensando en el pasado o en el futuro mientras hablas con alguien, mejor centra tu atención en el momento. Fluye Aunque en una conversación vas a recibir varios pensamientos en tu mente, es importante que aprendas a dejarlos ir. Es mejor reconocer que hay ciertas cuestiones que no conoces del todo o que no dominas, pero que quieres conocer y aprender. Deja de pensar en las conversaciones como un espacio de promoción personal.

Y también entre amigos y familiares. De todas las variables que intervienen en una conversación, hay dos que determinan notablemente su impacto: la fuerza de la argumentación y el grado de empatía entre los interlocutores. La alegación tiene que ver con qué se dice y cómo se diseña el mensaje, y la empatía con quién conversa y cómo es su ánimo. Claves para mejorar la capacidad de argumentar: 1. Es tan importante conocer elegir tanto lo que vas a decir como lo que no vas a decir. Y hazle saber que las conoces.

Así, entre fórmulas de cortesía tan necesarias como aparentemente banales, empiezan muchas de las conversaciones en las que participamos los humanos cada día. En casas, en oficinas, en ascensores, en caminos, en parques, en campos, en cafeterías. Entre personas que se ven todos los días o hace años que no se cruzan; entre amigos íntimos o perfectos desconocidos. Todo puede llorar hacia una conversación larga y satisfactoria o avanzar a trompicones entre silencios incómodos. Qué hemos hecho, qué nos ha pasado, en qué hemos embotellado, qué hemos sentido. Repasamos, nos preguntamos si tiene sentido contarlo, y seleccionamos o descartamos. Hay gente que siempre encuentra algo interesante o que considera interesante que contar. Y hay personas que en ese proceso de publicación mental solo descartan. Los psicólogos Debra A.

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